La brisa ha cubierto de arena la quilla de un barquito varado en la playa.
Han transcurrido veranos e inviernos que se hicieron eternos, y no se ha hecho a la mar.
Su proa apunta directa a la orilla, rogando a los cielos le llegue su momento ansiado, y así por fin, entregarse a un oleaje sereno, alegre, sincero, entre soles apasionados y lunas de sueños.
Y así por fin, surcar atardeceres en las delicias de un rumbo bello, volar sobre la espuma revoltosa, bailar de la mano del viento.
Hermosa embarcación que ofrece su piel de blancura y arena, en la que dibujar, en la suave caricia de mis dedos, el corazón que late en sus deseos.
Sí, ese corazón liviano, gracioso, tierno, antes o depués, se deshará en las poderosas manos del viento.
Surcando mares o anhelos, ese corazón ilusionado, llegará en el suspirar de los cielos a ser mar con el mar, cielo con el cielo.
Creado con amor, Elvia Cor.
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