Corazón a la deriva

Un corazón se ha amarrado fuerte al mastil, ha encomendado su proa a un viento favorable, pero...
va a la deriva. Ha desperdiciado muchos Levantes y Mistrales, apostando por un rumbo que le empujaba sin remedio contra las rocas.
Ha tirado por la borda muchos sueños e ilusiones, convencido de que cuando arribara a un puerto seguro, conseguiría un preciado botín, por los sacrificios de sus días, por el gris de sus noches, por guiarse por una carta de navegación impuesta, que creyó correcta solo por encontrársela hecha.
Y el corazón, navegando entre los mares, olvidó contemplar sus cielos, disfrutar sus brisas, bañarse en las nubes que jugaban coquetas en la espuma de las olas.
Se perdió el cálido abrazo de los atardeceres, y la canción callada que canta el sol al fundirse en el horizonte, cual helado de naranja...
Atareado, se encerraba en el camarote trazando escalas para arribar a ese puerto seguro... Tan seguro, que ahora, al no haberlo encontrado dónde, cómo, él suponía, se hayaba a la deriva, con la sensación de haber regalado sus días a las profundidades marinas.
El corazón, entonces, comprendió que el tesoro era el viaje...
Decidido, hinchó su pecho, enarboló su corazón, y convirtiéndolo en velas portantes, orgullosas le guiaron por océanos inmensos donde desde ese mismo instante, prendería en sus sabias aguas, la estela que muestra cuan hermosa es una navegación.
Sí, la estela que deja tu corazón, escribe lo bello que es tu viaje.
Si lo disfrutas, la estela que prendes tras tus pasos es preciosa, como la que deja un barco que navega feliz en los vientos sabios que acarician sus velas.
El barquito de papel que construí, dejaba tras de sí el rojo de su corazón al enamorarse de las aguas, que parecían llenarse de "rosas en flor". Gracias por apreciarlas, y hacerme llegar vuestra ilusión al recibirlas.
Creado por Elvia Cor.