Un Ángel me ha entregado una concha, sin darse cuenta de que me estaba regalando un corazón sabio, o quizás si...
El interior del tesoro marino guarda un fósil replegado en forma de espiral, mostrando la manera en la que discurre invisible la energía.
Caminos por donde la vida fluye, mostrándose al materializarse.
La concha esculpida por mares de emociones, océanos de sentimientos, cincelada bajo cielos diferentes, tormentosos, convulsos, a veces calmos, pero siempre en movimiento, toma la forma de su esencia, la del amor.
No importan las muescas, las heridas marcadas que dejan huella en su superficie nacarada, ese corazón es bellísimo, sospecho igual al del ángel divino que me lo regaló.
No es fácil conocer a un ángel, aún menos reconocerlos, aunque viven entre nosotros... yo he tenido la gran suerte de que la vida ha discurrido en espiral, al igual que crecen las rosas o los jazmines trepadores, hasta conducirme junto a Florence, la pura esencia del amor.
Se ve en sus ojos celestes, se huele en su perfume a madre, se palpa en su piel transparente, se siente en su corazón sabio que solo hace que emitir amor, y vibra en su alma eterna alcanzando a aquellos que tienen la fortuna de estar cerca de ella.
Una suerte, si una gran suerte!!!
Este corazón siempre tendrá un lugar especial en mi corazón.
Creado por Elvia Cor.
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