La arena y el agua se unieron apasionadamente y crearon un bello corazón de barro.
Alguien quiso despreciar ese corazón por encontrarlo frágil, quebradizo, incapaz de afrontar caídas, y por haber nacido ya en los suelos...
Por ver sus tonalidades oscuras, su opacidad, su falta de brillo y luz.
Por suerte, también hubo alguien que quiso apreciar ese corazón de barro, solo por ser, por existir.
Alguien quiso abrazarlo con su mirada, pues exibe la belleza de las mismas entrañas de la tierra.
Alguien deseó recibir los brillos que la poderosa luz del sol reparte por toda la superficie del corazón de barro, y templarse al calor que es capaz de acumular para luego irradiar generoso, sin descanso, sin pedir nada a cambio.
En la jugosa mirada del querer, nunca seca ni endurece su textura alquímica.
En su estado untuoso permanece en constante evolución, moldeándose a placer en las vivencias y sentimientos, disfrutando de los diferentes estados y formas que es capaz de experimentar.
El agua y la arena se sienten plenos al haber creado este bello corazón, lo contemplan desde la mirada del amor.
Podrían depositar su energía en los posibles defectos...
Sin duda sus corazones se secarían, endurecerían, se quebrarían... Al igual que el producto de sus sueños.
Pero prefieren fluir en su potencial belleza, y eso es lo que crece en el centro de su ser.
Quizá el corazón que ves es el que proyectas...
Puedo sentir que desde tu mirada contemplas lo hermoso del corazón de barro.
Gracias por depositar tu energía en la belleza.
Creado con amor por, Elvia Cor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario