Corazón caído

Un corazon caído se ocultaba en el polvo del suelo. Seco, gris, sus bordes se replegaban sobre sí mismo a punto de quebrarse. Pero unas manos llenas de amor...
lo recogieron. No era fácil verlo a simple vista entre los hierbajos, pisadas marchitas, y el recuerdo de otras hojas que apenas eran restos de lo que fueron.
El corazón caído se había abandonado a su suerte. Repudiado por la copa frondosa del árbol que se ergía orgulloso, dejó de alimentarse de su sabia hasta que se desecó su interior.
No preveía más futuro que desaparecer entre la tierra del camino, que otras huellas pisarían sin saber siquiera que un día fue verde, pleno, hermoso... Privado del soporte del árbol y de las otras hojas,
olvidó dejarse acariciar por los rayos del sol, y seguir con su valiosa labor de transformar en respirable el aire que, una vez usado ya no lo era.
Simplemente un día, falto de energía para agarrarse del tallo, calló. Y cuando yacía desnudo de esperanza, a pesar de su color mortecino, de su tacto áspero y su aparente falta de vida, unas manos tiernas lo tomaron, apreciando su verdadera esencia. Solo necesitaba un poco de calor, de color, de cariño para volver a desplegar su hermosa naturaleza interior!!!
Ya no era la hoja caída de un árbol, sino un símbolo de amor que viviría en el recuerdo de la eternidad.
Héctor y  Oscar, niños alegres, de mirada alimentada en el amor, lo vieron en el suelo. Al momento captaron la belleza que albergaba, y corriendo me lo entregaron gritando contentos, hemos encontrado en el suelo un corazón, mira que bonito !!!
Al tacto de las criaturas, el corazón se renovó. Ahora, se encuentra entre nosotros, a salvo de las pisadas, feliz de estar !!!!
Por Elvia Cor. 2.02.2010